jueves, 22 de enero de 2009

Te invito a jugar a un juego… “y huevo podrido es”
Cuando una amiga me envió un mail, que hablaba del juego y que versaba sobre lo que todos nosotros que conformamos el entorno del niño, hemos ido dejando de lado en muchas ocasiones, me ha inspirado a plantear/agregar sobre el texto original (escrito en letra cursiva y en negrita) sobre lo que es en la vida de un niño, y porque no del hombre, un aspecto importante, el juego. Y haciendo honor al mismo podemos decir que este conlleva ingredientes vitales para el desarrollo del potencial de las personas y de los grupos a que pertenecen, dentro de una sociedad que exige disciplina, tesón, iniciativa, flexibilidad, capacidad de innovación y de adaptación, de parte de cada uno de sus miembros y a lo largo de toda la vida. Pero, a partir de este mundo globalizado parecería que, “los niños han perdido los juegos y dicen que el gran bonete los tiene ¿yo señor? ¡No señor!.. Pues entonces… ¿Quién los tiene? ¿Quién tiene la soga y el metro elástico para saltar? ¿ y quién se robó los gritos de los niños en la tarde jugando a la mancha venenosa? ¡Pido gancho el que me toca es un chancho! ¿Quién le quitó a los niños las escondidas? Uno, dos, tres punto y como, zapatilla de goma el que no se escondió se embroma. ¿Quién se llevo el poli ladrón, el stop, el quemado y la rayuela?
Hablar de juego es para muchas personas como hablar de educación infantil, Pero ¿cuántos evocamos estas ideas cuando consideramos que la educación va más allá de la infancia, que dura toda la vida, y que el aprendizaje, más que la enseñanza, es lo que hace posible que la educación sea vida, no un simple prepararse para esta? ¿A qué se puede deber que luego del jardín de infantes se pierda paulatinamente esta asociación entre educación y los elementos consustanciales al desarrollo infantil? ¿Será que es natural considerar como una etapa superada, y que ya como adultos consideremos el juego como algo infantil o del dominio del entretenimiento, los acertijos como curiosidades o retos por resolver y la creatividad como un don que tienen los más sensibles al arte, los amantes de la poesía o los que cultivan el diseño? Entonces pregunto, ¿Quién prohibió por decreto el ring-raje? ¿Quién se olvidó de enseñar a los niños la ronda, el Antón Pirulero, el Martin Pescador? ¿Quién escondió las piedritas, las bolitas, las chapitas y las figuritas con brillantina?
La creatividad es en el mundo moderno una condición altamente deseable, propugnada, tan importante como la información y el conocimiento, entonces ¿Quién encerró a los niños y no los dejó salir a jugar? Tal vez fue alguien que decidió que lo mejor para un niño es acumular la mayor cantidad de conocimientos e información y si es en ingles mejor, ¿Qué pasó con nosotros… que sabíamos abrir la puerta para ir a jugar? Queremos que nuestros hijos sean inteligentes, que hablen idiomas, que dominen la computadora… pero Se pierde de vista que en un mundo en cambio constante como el actual, no solo el uso del conocimiento es suficiente para salir adelante, sino también, la flexibilidad, la innovación, cualidades que procuran el desarrollo humano y creativo y hacen exitosas a las personas y a las organizaciones, aspectos que están presentes de manera inequívoca en el juego, hacen la diferencia frente a las cambiantes condiciones del entorno. Pero, ¿Qué pasa, que nuestros niños cuando llegan a sus hogares lo que menos hacen es jugar, aquellos juegos que nos divertían y nos proponían cambios constantes?
Me gustaría que no cargáramos en sus hombros una mochila tan pesada, llena de palabras y formulas raras y de las que hemos ido sacando juegos, cuentos, sueños, fantasías, ilusiones, imaginaciones, se debe hacer difícil subir la cuesta de la vida con tanto peso, debe ser muy difícil caminar, sino se lleva en el alma, el recuerdo de esa increíble exploración en bicicleta o el escuchar los gritos ¡Piedra libre para mí y todos mis compañeros! Reservémonos ese tiempo valioso e imprescindible para algo mas importante como jugar… y juguemos todos en el bosque, mientras el lobo no está, ¿lobo estas?
Me embarga la sensación de que en las organizaciones humanas, en donde estamos inmersos todos, las escuelas, los medios de comunicación, la familia, es decir el entorno donde nos movemos y en los cuales aprendemos, parecería que no propician fuertemente lo que caracteriza al ser creativo, ¡No se olviden de enseñar a sus hijos a jugar! ¿Y que esperamos para formar equipos? ¡vamos piza pizuela, color de ciruela, vía, vía, o este pie, no es de menta ni de rosa para mi querida esposa que se llama doña Rosa y vive en Me-do-zar.
A veces nos olvidamos de tantas cosas que tiene la vida, como la de recordar cuando fuimos niños, y éramos tan felices en nuestras travesuras.
Ah!!! Te dije esto por si estabas distraído… “el distraído lo ve… y huevo podrido es”


Prof. Juan Carlos Díaz
Lic. En Educación Física

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