Y, EL NIÑO APRENDE
“casi el 70% nuestros niños y jóvenes no comprenden lo que leen, es preciso tener presente que posiblemente ellos no comprendan lo que leen en los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad,[1] y cuando leo tantos hechos desgraciados de violencia en las escuelas, no deja de sorprenderme lo leído en este libro, porque, comienzo a buscar el responsable, como si uno solo debería ser el culpable de ello, pero al reflexionar me doy cuenta que ello es tan solo la consecuencia, la gota que rebalsó el vaso, el resultado de un proceso largo y penoso que comenzó a gestarse, hasta que detonó.
Lo grave del asunto es que, todo es aprendizaje en la vida, pero muchos no nos damos cuenta de ello, o mejor dicho parecería no querer darnos cuenta; esto de la responsabilidad en los hechos no es nuevo y no tiene una sola arista, en primer instancia estamos los padres, todo parece indicar que no es responsabilidad nuestra, la idea es dejar a los chicos en la escuela, concebimos a la misma como un sitio para “depositarlos”,que en muchos casos la preocupación pasa porque les den de comer, , en otras la preocupación es la búsqueda de conocimientos concretos, contención, y fundamentalmente se los eduque, ante ello, nosotros “a otra cosa mariposa”, aparecemos por lo general, cuando llegan los exámenes, y estamos en los pasillos como custodios del saber de nuestros hijos, o aparecemos cuando los mismos denuncian a los docentes, para ejercer la patria potestad y a enseñar a nuestros hijos “que conmigo no se juega” como cuando la mamá le dice a su retoño travieso, “ya vas ver cuando llegue tu padre…” y el niño aprende.
En segunda instancia estamos los docentes, que tenemos un función por demás vigilada, somos vulnerables ante toda la sociedad, situaciones han pasado por demás desagradables, que simplifican por lo general los desordenes externos y que los recibimos por carácter transitivo, en muchas ocasiones podrán tener causa aparente y en otras podrán ser justificadas, pero hacen del mismo un ser avasallado en su función por las circunstancias, muchas veces vivimos la incertidumbre de una toma de decisiones, que es la respuesta ante un estímulo, otras veces porque nos toca ser el “juez” del alumno que por su materia repite el curso, “nos toca en desgracia ser el último examinador de quien ya colgó otras antes”, o nos toca alumnos caratulados como; traviesos, violentos, indisciplinados y también los que responden a la estructura institucional, los que van porque entienden que les puede servir, y cuando nos encontramos ente tamaña situación que parece que se desborda, quedamos en el “ojo de la tormenta”, y según los eruditos debemos tener todas las estrategias para la contención y la solución del problema, pero, cuando tomamos alguna decisión “siempre es la equivocada”, pagamos los platos rotos, y el niño aprende.
En tercera instancia los funcionarios públicos, que desde sus asientos ganados por la convicción de muchos años de docencia, digitan la marcha de las instituciones y lanzan los discursos en muchas ocasiones ambiguos como dijo el, Ministro de Educación de la Nación en declaraciones recientes “la escuela debe educarlo”, aunque en el medio sea una agresor del docente, seguramente el docente “es la mecha que encendió la pólvora”. El alumno debe permanecer en la escuela, aunque cometa cualquier atropello, porque para eso está la escuela, los alumnos se agreden en la calle y se suspenden las prácticas en Educación Física (caso Perito Moreno) entonces cualquier situación conflictiva que se genere, es responsabilidad única de la escuela y todo puede volver a suceder, total no pasa nada. O cuando exponen un discurso de Escuela inclusiva, ¿cuando fue la escuela excluyente de los alumnos? Les dice la escuela no debe sacarlos, pase lo que pase, digo. Y el niño aprende.
En cuarta Instancia muy ligada a la anterior, las decisiones de la Justicia, en las situaciones extremas, que siempre vela por los derechos de los demás y me parece muy acertado el objetivo o el propósito, pero, ¿las obligaciones de quien son? ¿Únicamente de una sola parte? Cuando unos alumnos quemaron un aula en la Escuela Normal y la institución hizo prevalecer, el derecho de los demás alumnos a ser contenidos en una escuela para ser educados, prevaleció el derecho de unos por sobre el de los otros, entonces me pregunto ¿es la escuela transgresora de los derechos por sobre las obligaciones? Todos deben seguir en la escuela, pase lo que pase. En los casos de dominio público y muchos otros, que no salen a la luz, y si la escuela toma la decisión de expulsar a los violentos ¿será esta, una decisión justa? ¿Tiene autoridad la escuela para ello? En una publicación del Diario el Clarín expresaba, el tema de la violencia escolar es, un gran problema en muchas partes del mundo, pero únicamente Gran Bretaña había logrado reducir el 30% de la misma, tomado una decisión que rezaba “tolerancia cero a los violentos”. Y el niño aprende.
Y por último en esta cadena de responsabilidades desde una mirada critica, y sin animo de ofender a nadie, la ESCUELA, que debería ejercer una función de liderazgo, esta condenada a perder frente a una sociedad que ha cada instante la desautoriza y la cual es muda testigo del eco de la violencia que resuenan en sus paredes. Debemos comenzar a pensar de manera distinta, a responsabilizarnos en cada uno de los sectores donde influimos, y no debemos perder ese hilo conductor que significa, Familia-Escuela-Sociedad y que en el fondo significa respeto, tan poderoso como la violencia. Ya que con el, es mas fácil educar que con la violencia. Y el niño aprenderá.
Prof. Juan Carlos Díaz
Lic. En Educ. Física
no podemos o no “debemos” darnos cuenta de ello, me embarga una sensación confusa porque la mayoría piensa que la solución esta en la Escuela, hay que darle la responsabilidad a la misma, que hay que enseñar educación vial, que educación sexual, que hablar sobre las adicciones, que hay que enseñar los contenidos, que hay que contener a los alumnos, a los padres, que hay que hablar sobre la corrupción, sobre la injusticia, que no hay que olvidarse de lo que pasó y cuantas cosas más aparecerán de aquí en adelante.
Que cacho de responsabilidad para las paredes de ladrillo y concreto que nunca en mi vida las he escuchado hablar, pero un día haciendo caso a todo lo que se ve, pego el oido a las paredes y me quedo perplejo porque escucho, ¿Qué culpa tengo yo? Y los padres, que de chiquitos corrían por aquí y se fueron grandes, ¿se olvidaron que los contenía? Que le ofrecí mi calor cuando tenían frio
[1] La Tragedia Educativa- pag 60 – Dr. Jaim Etcheverri