La violencia en los niños forma parte de la intoxicación que éstos tienen del mundo violento en el que viven. De manera que hay que ver qué empezamos a hacer los adultos, porque los que producimos los comportamientos tóxicos somos nosotros, estamos produciendo aquello que después criticamos. Los chicos vienen intoxicados de conductas que han perdido el sentido de lo que significa la ética del cuidado, que implica el reconocimiento de la dignidad del sujeto en tanto persona”, expresó la reconocida psicóloga Eva Giberti
Al ser tan compleja la formación de los educandos, cuyos efectos sobre ellos producen todas las manifestaciones emergentes, productos de una sociedad que, de lo que menos se ocupa es de la educación, entonces no puede ser menos la respuesta de los mismos, quienes como dice el DR. Jaim Etcheverry en su libro La Tragedia Educativa “nuestros alumnos quizás no comprenden lo que leen en los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad”[1], y si en ellos se ponen de manifiesto acciones que tan solo exaltan la competitividad, la vulgaridad, la violencia, lo cual es mirado como parte de esa realidad, que parece tan natural como los que sostienen que, “ el ser humano es por naturaleza, competitivo, violento, y se aferran a esa verdad, para seguir generando acciones que refuercen estos hechos, para después preguntarnos ¿Por qué, pasa lo que nos pasa? ¿Y si es como dicen que nuestros alumnos copian lo que ven, que se puede esperar entonces?
El Juego
El juego que tiene tantas acepciones como autores lo puedan establecer, es el espacio donde se pueden construir y reconstruir las identificaciones, más allá de otras diferentes como es el de la familia por ej. En donde el niño/adolescente/adulto reconoce su propio pensar y decir, lo cual tiene mucho que ver con su propia identidad. Entonces podríamos dejar establecido que si pensamos al juego como generador de situaciones formativas y pueda establecerse como una acción preventiva y poder pensar al mismo, como un factor de desarrollo y mejoramiento de conductas humanas, nos cabria la responsabilidad, la idea, el compromiso de usarlo de una manera más efectiva y de mayor valor.
En el juego (lúdico) el sujeto es libre, espontáneo y creativo, “es el momento en donde se lleva a la máxima expresión la imaginación, es uno con uno mismo”, en cambio cuando se enfrenta a otros, se lo vive de manera distinta, es, como una situación de locura ideal, por momentos mágica, en donde uno se desentiende del mundo real en forma conciente, pero, a la vez, entran en juego tres cuestiones diferentes, pero entrelazadas, la pasión, la agresividad y la violencia
. Tres cuestiones que parecen sinónimas, todas engendran la locura, que se justifica desde esa mirada. La pasión se entiende como desorden del ánimo, como preferencia muy viva por algo y como afición vehemente. La agresividad como capacidad de brío o de decisión para una acción, como posible propensión a ofender o como un hecho que implica una provocación o un ataque. Y la violencia comprende actos fuera de su estado natural, lo que supone ímpetu y fuerza, que se realiza con brusquedad,[2] todas generan acciones contra el gusto, el placer y la alegría, hechos que por lo general quedan fuera de la razón y la justicia.
En consecuencia, la cuestión queda reducida a poder encontrar acciones que respondan a lo que se plantea ¿es el juego violento o hay violencia en el juego?
Creo que la violencia no esta en el juego, ni que tampoco un juego sea violento, porque también nosotros antes jugábamos “a los soldados, los coboys como solíamos decirlo” y no cometíamos semejantes barbaridades como se ven ahora.
Es muy probable que el juego sea el desencadenante de esa violencia, pero, no establezcamos que el juego incita a la violencia, no porque juegue a este o tal juego será violento, ello podrá ser quizás, porque se ha ido formando de esa manera, empapándose en un medio que lo ha ido llevando a mirar de esa “esa manera”, con acciones que lo han ido haciendo ver que es como que no existe otra forma y llega a un momento en el cual explota y ese momento es cuando juega, se libera y expone sus intenciones.
Creo que debemos buscar la respuesta en otro lado, quizás en una sociedad que nos esta marcando un camino hacia la locura, no es descabellado decir que las discusiones hoy en día no terminan en una simple pelea, por lo general terminan en hechos de extrema violencia, sino la muerte, es necesario prestarle atención a lo que se ve en los distintos medios de comunicación, para darnos cuenta que la mirada es para otro lado, el juego es tan solo, un juego, pero lo que lo transforma en distinto es la intencionalidad que lo lleva a jugarlo, quizás si le prestamos más atención y proponemos una mayor incidencia en lo lúdico, las cosas sean diferentes.
Pero mientras sigamos mostrándoles incoherencia en nuestro accionar, injusticia en nuestros fallos y equivocaciones en nuestra toma de decisiones, seguiremos observando las consecuencias en el accionar de nuestros jóvenes.
Prof. Juan Carlos Díaz
Lic. En Educ. Física
Violin1182004@yahoo. com. ar
[1] La tragedia Educativa- Dr. Jaim Etcheverry pag 60
[2] Jesús Castañon Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario